Naciones Unidas. El discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, se convirtió en un símbolo de aislamiento político. Con un salón semivacío y el eco de abucheos al fondo, el mandatario israelí defendió su estrategia militar en Gaza y criticó duramente a los países que en las últimas semanas reconocieron al Estado palestino.
El abandono del recinto por parte de decenas de delegaciones —entre ellas representantes de países europeos, árabes y latinoamericanos— evidenció la inconformidad de gran parte de la comunidad internacional. Diplomáticos consultados calificaron su mensaje de “provocador” y “fuera de sintonía” con el clamor por un alto al fuego en Medio Oriente.
Netanyahu negó de manera tajante que en Gaza exista una hambruna y acusó a sus críticos de difundir “propaganda” en favor de Hamás. Aseguró que Israel seguirá adelante con la operación militar: “No cederemos. Terminaremos el trabajo, cueste lo que cueste”, sentenció.
La imagen de un mandatario hablando ante butacas vacías recorrió rápidamente los medios internacionales. Para algunos analistas, la escena refleja un deterioro sin precedentes en la relación entre Israel y la ONU, justo en un momento en que crecen las presiones humanitarias y diplomáticas para poner fin a la guerra.
En contraste, la delegación israelí minimizó el boicot y señaló que la retirada de los diplomáticos fue un “acto político vacío” que no afectará la determinación del gobierno. Sin embargo, el episodio dejó clara la distancia creciente entre Netanyahu y gran parte de la comunidad internacional.